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Juárez y los Toros

Actualizado: 14 dic 2022


A partir de 1863 comenzó la ocupación francesa que daría pie al reinado de Maximiliano de Habsburgo, un hecho que fue respaldado por la presencia militar en puntos dispersos del territorio mexicano, especialmente la Ciudad de México y regiones aledañas. Durante ese año y hasta 1867, Maximiliano se expuso a formas distintas de entretenimiento de la época como corridas de toros, coleaderos y espectáculos al aire libre donde se soltaban toros (Vásquez, 2013).



En ese intervalo de 4 años apenas habrá registros de corridas en la Ciudad de México, lo que ocurrirían de forma posterior serían publicaciones en El Correo de México con comentarios de Ignacio Manuel Altamirano, en cuyas páginas señaló a las corridas de toros como “escenas del tiempo del retroceso y de virreyes” (Vásquez, 2013). Este tipo de publicaciones abarcan desde el 16 de septiembre hasta el 9 de diciembre de 1867 expresando comentarios de apoyo a una decisión que tomaría Benito Juárez ese mismo año (Coello, 2013).


Entre el 7 y 8 de octubre de ese mismo año un huracán azotó la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, provocando muertes y daños materiales. El gobierno federal optó por recaudar fondos para apoyar a la población afectada realizando una corrida de toros el 3 de noviembre, pospuesta después para el 8 de diciembre, este evento contaría con la presencia del torero Bernardo Gaviño. El acontecimiento social se dio a conocer a través de la prensa escrita en medios como El Correo de México y El Globo, donde se habla de los fondos recaudados para asistir a la zona afectada por el huracán, la recepción de la corrida y su relevancia social (Vásquez, 2013).


Aquella corrida fue la última celebrada en la Ciudad de México, ya que el 28 del mismo mes y mismo año se emitió un decreto a través del artículo 1150 fracción XII del Código Penal de la Ciudad de México, que establece penas hacia el maltrato animal, dentro del cual se menciona las lides de toros (Ibarra, 1887). La iniciativa tuvo una inspiración del liberalismo profesado por otro político mexicano de la época: Ingnacio Ramírez “El Nigromante”, quien se había pronunciado sobre el tema en 1857, acusó a las corridas de toros de ser “un espectáculo degradante para los seres humanos” (Esquivel, 2018; Rodríguez, 2022).


La modificación del Código Penal tuvo nula oposición en el Congreso y poca difusión en la prensa escrita de la época; no sería hasta el año siguiente cuando se pronunciarán periódicos como El Siglo Diez y Nueve, El Monitor Republicano y El Globo aludiendo a la corrida sin hacer crónica y solo señalando sus fines solidarios (Vásquez, 2013). El decreto no entró en vigor hasta el 1ero de enero de 1868, lo que permitió la actuación de Bernardo Gaviño en diciembre de 1867 (Chapa, 2015), seguido de un comentario de Altamirano celebrando el fin de una “bárbara diversión” (Vásquez, 2013).

La prohibición de las corridas de toros a nivel local provocó la desaparición de dos plazas de toros concurridas de la Ciudad de México: San Pablo y Paseo Nuevo; asimismo, obligó a Bernardo Gaviño a trasladarse a la ciudad de Puebla donde continuó su carrera taurina y logró que la capital poblana fuese el centro taurino más importante de su época (Leal; Flores & Barraza, 2006). Sin embargo, esta prohibición no logra eliminar del todo la afición a los toros de los habitantes de la capital mexicana, muchos seguirán asistiendo a plazas de toros en ubicaciones aledañas como Tlalnepantla, Cuautitlán o Texcoco en el Estado de México.


La prohibición en la ciudad de México continuaría hasta el 28 de noviembre de 1886, momento en el que se discute el financiamiento del proyecto para el desagüe de la ciudad, por lo que se elaboró un proyecto de derogación (Vásquez, 2001). No obstante, la afición de la población capitalina no llegó a desaparecer ni menguar, ya que se acostumbraron a trasladarse a otras zonas como el Estado de México, Puebla y zonas descentralizadas donde continuaron las corridas de toros; además de que el público no recibió bien los nuevos festejos celebrados en el Paseo Nuevo con óperas de Puccini o Verdi (Juárez, 2017).


La afición taurina resistió la prohibición hasta que fue derogada en 1886 tras un largo debate (Chapa, 2015), donde se discutió a través de una Comisión Dictaminadora la perspectiva económica para la ciudad de México (Coello, 2013). Una vez reorganizados los festejos taurinos, hubo un auge en el ambiente taurino capitalino entre 1887 y 1888, con el regreso de Ponciano Díaz, la llegada de toreros españoles y una confrontación de aficionados entre “toreo nacionalista” con Ponciano Díaz como exponente, y “uso español” con Luis Mazzantini como modelo (Leal; Flores & Barraza, 2006), dando paso a una nueva era del toreo mexicano.


Conclusión


La afición taurina mexicana ha sabido adaptarse a las condiciones impuestas a nivel local o nacional, tal como ocurrió en 1867 y ocurriría de nuevo en 1916 bajo el gobierno carrancista, o en otros estados hasta el momento presente. Los intentos por suprimir las corridas de toros se han debilitado por su poco apoyo o por el ingenio de los aficionados, por lo que estos intentos quedan en la historia registrados como fracasos a nivel nacional.


Referencias


  • Chapa, K. (2015). Históricas censuras del arte del toreo en México. Revista de Estudios Taurinos, (37), 139-152.

  • Coello, J. (24 de noviembre del 2013). Cuando Manuel Vicent escribe de toros. Aportaciones Histórico Taurinas Mexicanas. ahtm.wordpress.com/2013/11/24/cuando-manuel-vicent-escribe-de-toros/

  • Esquivel, L. (6 de julio de 2018). Prohibiciones históricas contra corridas de toros en México. elDiario.es. https://www.eldiario.es/caballodenietzsche/prohibiciones-historicas-corridas-toros-mexico_132_2761438.html

  • Ibarra, D. (1887). Historia del toreo en México (pp. 9-12). Maxtor.

  • Juárez, A. (2017). ¡A civilizar la raza! Prohibición constitucionalista de la tauromaquia en 1916. Letras Históricas E-ISSN: 2448-8372, (16). http://www.scielo.org.mx/

  • Leal, L.; Flores, C. y Barraza, E. (2006). 1896: el vitascopio y el cinematógrafo en México. Anales del cine en México, 1895-1911: 1897: Los primeros exhibidores y camarógrafos nacionales. JP y Voyeur.

  • Rodríguez, J. (10 de junio de 2022). El respeto al instinto ajeno es la paz. EL PAÍS. https://elpais.com/mexico/2022-06-11/el-respeto-al-instinto-ajeno-es-la-paz.html

  • Vásquez, M. (2001). Charros contra ‘Gentlemen’. Un episodio de identidad en la historia de la tauromaquia mexicana ‘moderna’, 1886-1905. En Agostoni, Claudia y Speckman, Elisa (Eds.). Modernidad, tradición y alteridad. La ciudad de México en el cambio del siglo (XIX-XX) (pp. 161-193). Universidad Nacional Autónoma de México.

  • Vásquez, M. (2013). ¡Toros sí! ¡Toros no! Del tiempo cuando Benito Juárez prohibió las corridas de toros. Historia Mexicana, 63(1), 171–203. historiamexicana.colmex.mx


Nota de la Editora: este artículo es parte del año 0, número 4 de la revista #PueblaEsTaurina que puedes leer completa en el simulador, dando clic aquí o si prefieres ¡descárgala!

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